Critón, amigo y discípulo de Sócrates, tras enterarse que la nave de Delos ha sido avistada, y se encuentra a un día de llegar a Atenas, fecha en que Sócrates deberá beber la cicuta, acude a la prisión. Critón encuentra a Sócrates profundamente dormido, y decide no despertarlo. Sorprende a Critón la actitud libre y serena de Sócrates frente aquella condena injusta, frente a la muerte. «La libertad del hombre –dirá Victor Frankl– radica en aquella capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias adversas, elegir ser dignos del sufrimiento, eso atestigua la capacidad humana para elevarse por encima de su aparente destino, eso es afrontar o asumir la responsabilidad de vivir». La condena de muerte que ha caído injustamente sobre Sócrates no ha minado su libertad espiritual, no ha quebrantado su carácter y su vocación. Sócrates se eleva dignamente ante la muerte. Esta actitud es la que encontramos en el Critón, Sócrates es victima de una injusticia, él lo sabe; para Critón es inconcebible que Sócrates siendo y sabiéndose inocente tenga que cumplir una condena injusta, él mismo está decidido a brindar todo su apoyo para ayudarle a escapar y así salvar su vida. Y ese es el motivo de su visita, Critón viene a pedir a Sócrates acepte escapar. En el desarrollo del dialogo Sócrates desarma una a una las razones de Critón.
Critón increpa a Sócrates el no hacer nada por salvar su vida, Sócrates sostendrá que «no es el vivir lo que ha de ser estimado en el más alto grado, sino el vivir bien». Critón sostendrá que la condena es producto de una injusticia, frente a ello Sócrates responderá: «no se debe devolver injusticia por injusticia ni hacer daño a hombre alguno, ni aún en el caso de que recibamos de ellos un mal, sea el que fuere». Y he aquí el problema esencial del dialogo el Critón: ¿debe la persona victima de una injusticia, pagar la injusticia recibida con otra injusticia?¿Se combate una injusticia con otra injusticia?¿El ser victimas de una injusticia, acaso nos da la impunidad para actuar injustamente? Y la respuesta que nos da Sócrates es que de ningún modo se debe obrar voluntariamente con injusticia. Por ello su negativa a salvar su vida realizando una acción injusta. Debido a que no se combate un error, con otro error, sino con la Verdad. Del mismo modo no se puede combatir la injusticia, agregando más injusticia al mundo, sino practicando la Justicia. Y por ello “es preferible sufrir una injusticia que cometerla...”, quizás no podamos evitar sufrir acciones injustas, pero podemos elegir, y allí reside la grandeza moral del ser humano, el no dejarse arrastrar por la injusticia, no caer en su juego, la violencia engendra más violencia, podemos decir lo mismo de la injusticia, la acción injusta que nos lastima, la circunstancia adversa puede afectarnos exteriormente, pero no puede afectar nuestro ser intimo, Sócrates lo sabe, en cambio aquella persona que comete una injusticia, se convierte en causa eficiente de la injusticia y con ello la injusticia penetra y destruye su ser intimo.
Critón sostiene que ante la opinión pública, Sócrates y sus discípulos serán vistos como cobardes, ya que contando con los medios para salvar su vida, nadie de los suyos ha hecho nada por librarle de la muerte. Sócrates que siempre señala la necesidad de guiar nuestra conducta de acuerdo a la opinión del hombre sabio, antes que en la opinión de la mayoría, responderá: «En modo alguno debemos cuidarnos tanto de qué dirá acerca de nosotros la gente; nuestra sola preocupación ha de ser que dirá acerca de lo justo y de lo injusto el entendido, él sólo, junto con la verdad misma.» Este fragmento del Critón me conduce a un dialogo entre Jean Guittón y Miterrand que pregunta: ¿Somos nosotros lo que la gente cree que somos? Y Guitton responde: «Lo que me agrada en Dios es que Él ve a las personas como son y que ellas son como Él las ve». Tanto en las palabras de Sócrates como en las de Guittón encontramos presente el hecho de que sólo Dios conoce nuestro ser intimo, y nuestras obras en ultima instancia deben regirse según su mirada. Así lo atestigua el ultimo párrafo del dialogo «Ea, pues, Critón; obremos así, puesto que así lo indica la divinidad». Y es esta pauta de conducta que dará a Sócrates esa serenidad del hombre justo ante la muerte, su creencia en el Hades, la justicia divina, es expresada en aquel sueño que narra casi al inicio del dialogo: «Soñé que una hermosa y linda mujer, vestida de blanco, se acercaba a mí y me decía: Sócrates al fértil país cuyo nombre es Ftía irás, creo yo, en el tercer día»
Pero el hombre no sólo es responsable ante la Divinidad, sino también, mientras estemos en este mundo, ante los hombres. En el Critón encontramos una apología a las leyes de la ciudad, que todo hombre, en tanto ciudadano debe respetar, practicar y proteger. Sócrates ciudadano ejemplar de Atenas, comprende que el incumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos trae consigo la ruina de la ciudad; por ello, ante la propuesta de fuga de Critón invoca a las leyes de la ciudad las cuales le salen al paso, y le dicen: “Nosotras te trajimos al mundo, te criamos y educamos, hicimos participes de todos los bienes de que nos fue posible a ti y a todos los demás ciudadanos.” Las leyes señalan su importancia para la convivencia entre los hombres, por ultimo le interpelan: «En fin, Sócrates, ríndete a mis razones, sigue los consejos de la que te ha dado el sustento, y no te fijes, ni en tus hijos, ni en tu vida, en ninguna otra cosa, sea lo que sea, más que en la Justicia, y cuando vayas al Hades tendrás con que defenderte delante los jueces. Por que desengáñate si haces lo que has resuelto, si faltas a las leyes, no harás tu causa ni la de ninguno de los tuyos, ni mejor, ni más justa, ni más santa, sea durante tu vida, sea después de tu muerte. Pero si mueres, morirás victima de la injusticia, no de las leyes, sino de los hombres; en lugar de que si sales de aquí vergonzosamente, volviendo injusticia por injusticia, mal por mal, faltarás al pacto que te liga a mí, dañarás a una porción de gente que no debían esperar eso de ti, te dañarás a ti mismo, a mi, a tus amigos y a tu patria. Yo seré tu enemigo mientras vivas, y cuando hayas muerto, nuestras hermanas las leyes que rigen en el Hades, no te recibirán indudablemente con mucho favor, sabiendo que has hecho todos los esfuerzos posibles por arruinarme. No sigas, pues, los consejos de Critón, y si los míos.» El dialogo finaliza con la negativa de Sócrates y la aceptación de Critón de la decisión de su amigo y maestro.
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