17 de abril de 2020

TERCER ENSAYO: PROBLEMA DE LA TIERRA: JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI


3ER ENSAYO: PROBLEMA DE LA TIERRA DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Resumen de Mirko José Díaz Sánchez.



1. El problema agrario y el problema del indio

     Desde un punto de vista socialista el problema del indio se define como un problema económico-social, es decir, como el problema de la tierra.

“No nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente, su derecho a la tierra” (Mariátegui, 1928, 1992: 50)

     Mariátegui sostiene que su adhesión al marxismo, no le impide valorar de modo positivo al sacerdote cristiano Bartolomé de las Casas:   

“Esta reivindicación perfectamente materialista debería para bastar para que no se nos confundiese con los herederos o repetidores del verbo evangélico del gran fraile español, a quien, de otra parte, tanto materialismo no nos impide admirar y estimar fervorosamente”. (Mariátegui, 1928, 1992: 50)

     El problema agrario consiste en el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta es una tarea postergada por la República. La feudalidad subsiste y se expresa a través del latifundio y la servidumbre. “No se puede liquidar la servidumbre que pesa sobre la raza indígena sin liquidar el latifundio” (Mariátegui, 1928, 1992: 51)

     Mariátegui descarta la solución liberal al problema de la tierra que consistiría en el fraccionamiento del latifundio para crear la pequeña propiedad individual, por la solución socialista basándose en la peculiaridad del nuestro problema agrario: “la supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas” (Mariátegui, 1928, 1992: 52)

2. Colonialismo=feudalismo

     Mariátegui sostiene que no reniega de la herencia española, sino de la herencia feudal porque es el principal factor del retardo de nuestro desarrollo capitalista.
           
“La herencia colonial que queremos liquidar no es, fundamentalmente, la de “tapadas” y celosías, sino la del régimen económico feudal, cuyas expresiones son gamonalismo, el latifundio y la servidumbre” (Mariátegui, 1928, 1992: 53)

      Mariátegui considera que el régimen de propiedad de la tierra es el problema cardinal del atraso de nuestro país. Porque la base económica semifeudal es incompatible con el régimen democrático burgués liberal.

“El régimen de propiedad de la tierra determina el régimen político y administrativo de toda nación. El problema agrario -que la República no ha podido hasta ahora resolver- domina todos los problemas de la nuestra. Sobre una economía semifeudal no pueden prosperar ni funcionar instituciones democráticas y liberales” (Mariátegui, 1928, 1992: 53)

     El problema indígena se subordina al problema de la tierra. La raza indígena es una raza de agricultores. “En el Perú de los Inkas era más cierto que en pueblo alguno el principio de que “la vida viene de la tierra””. (Mariátegui, 1928, 1992: 54) El comunismo inkaico fue un comunismo agrario, que se desarrolló en un régimen autocrático.

Los caracteres fundamentales de la economía inkaica -según Cesar Ugarte, que define en general los rasgos de nuestro proceso con suma ponderación- eran los siguientes: “Propiedad colectiva de la tierra cultivable por el ayllu o conjunto de familias emparentadas, aunque divididas en lotes individuales intransferibles, propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la marca o tribu, o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de una misma aldea, cooperación común en el trabajo; apropiación individual de las cosechas y frutos”. (Ugarte, p. 9 s/a, citado por Mariátegui 2012)

     El régimen colonial destruyó la economía agraria inkaica sin poder crear un régimen económico más productivo. “El coloniaje, impotente para organizar en el Perú al menos una economía feudal, injertó en ésta elementos de economía esclavista”. (Mariátegui, 1928, 1992: 55)

3. La política del coloniaje: despoblación y esclavitud

     El régimen colonial español, subordinado a los intereses de los colonizadores, fue incapaz de organizar una economía feudal.

      [El colonizador español] “tenía una idea, un poco fantástica, del valor económico de los tesoros de la naturaleza, pero no tenía casi idea alguna del valor económico del hombre”. (Mariátegui, 1928, 1992: 56)

     El colonizador español desdeñó la agricultura y optó por la minería, utilizando el sistema de “mitas” que produjo un régimen de despoblación: exterminio de la población indígena y destrucción de sus instituciones.
    
     “De este hecho nació la necesidad de imponer al indio la dura ley de la esclavitud. El trabajo del agro, dentro de un régimen naturalmente feudal, hubiera hecho del indio un siervo, vinculándolo a la tierra. El trabajo en las minas y las ciudades debía hacer de él un esclavo. Los españoles establecieron, con el sistema de las “mitas”, el trabajo forzado, arrancando al indio de su suelo y sus costumbres” (Mariátegui, 1928, 1992: 57)

      En la costa, el latifundista introdujo el sistema esclavista, con la importación de esclavos negros quienes se dedicaron al trabajo doméstico y agrícola.

   “El carácter colonial de la agricultura de la costa, que no consigue aún librarse de esta tara, proviene en gran parte del sistema esclavista. El latifundista costeño no ha reclamado nunca, para fecundar sus tierras, hombres sino brazos. Por esto, cuando le faltaron los esclavos negros, les buscó un sucedáneo en los culíes chinos.” (Mariátegui, 1928, 1992: 58)

4. El colonizador español

     Mariátegui sostiene que la diferencia entre Norteamérica y América del Sur se debe al distinto tipo de colonizador que llegó a nuestras tierras y a los distintos regímenes de propiedad de la tierra que se establecieron. Citando a José Vasconcelos afirma que en el norte no hubo reyes que dispusieran de la tierra ajena como propia. Los colonizadores del norte desarrollaron un sistema de propiedad privada, cada quien pagaba el precio de su tierra y ocupaba solo la extensión de tierra que pudiera cultivar.
     “La feudalidad es, como resulta del juicio de Vasconcelos, la tara que nos dejó el coloniaje. Los países que, después de la Independencia, han conseguido curarse de esta son los que han progresado; los que no lo han logrado todavía, son los retardados. Ya hemos visto cómo, a la tara de la feudalidad, se juntó la tara del esclavismo” (Mariátegui, 1928, 1992: 60)

     “El colonizador, que en vez de establecerse en los campos se estableció en las minas, tenía una psicología del buscador de oro. No era, por consiguiente, un creador de riqueza. Una economía, una sociedad, son la obra de los que colonizan y vivifican la tierra; no de los que precariamente extraen los tesoros del suelo” (Mariátegui, 1928, 1992: 61)

     Mariátegui sostiene que quizás los únicos colonizadores que envió España fueron las misiones de jesuitas y dominicos, que crearon en Perú, varios núcleos de producción. Citando a Jorge Sorel defiende el rol económico de los monasterios y su posterior disolución con la llegada de la revolución socialista.  

5. La “comunidad” bajo el coloniaje

     Las leyes de Indias protegían la propiedad indígena y reconocían su organización comunista, pero fueron poco eficaces para evitar el despojo de las comunidades indígenas. Al parecer solo los jesuitas aprovecharon el comunismo indígena en el Perú.

     Las encomiendas constituyeron instituciones que favorecieron el despojo de las comunidades indígenas, gran parte de las comunidades agrarias fueron substituidas por grandes latifundios de propiedad individual cultivados por los indios.

     “La convivencia de “comunidad” y latifundio en el Perú está, pues, perfectamente explicada, no sólo por las características del régimen del Coloniaje, sino también por la experiencia de la Europa feudal. Pero la comunidad, bajo el régimen, no podía ser verdaderamente amparada sino apenas tolerada. El latifundista le imponía la ley de su fuerza despótica sin control posible del Estado. La comunidad sobrevivía, pero dentro de un régimen de servidumbre” (Mariátegui, 1928, 1992: 65)

6. La revolución de la independencia y la propiedad agraria

   Mariátegui busca precisar el carácter de la revolución de la independencia del Perú.

     “La revolución encontró al Perú retrasado en la formación de su burguesía. Los elementos de una economía capitalista eran en nuestro país más embrionarios que en otros países de América donde la revolución contó con una burguesía menos larvada, menos incipiente”.  (Mariátegui, 1928, 1992: 66)

   La revolución de la independencia no fue un movimiento indígena, por ello esta revolución no representó sus reivindicaciones.

     “Para que la revolución demoliberal haya tenido estos efectos, dos premisas han sido necesarias: la existencia de una burguesía consciente de los fines y los intereses de su acción y la existencia de un estado de ánimo revolucionario en la clase campesina y, sobre todo, su reivindicación del derecho a la tierra en términos incompatibles con el poder de la aristocracia terrateniente. En el Perú, menos todavía que en otros países de América, la revolución de la independencia no respondía a estas premisas”.  (Mariátegui, 1928, 1992: 67)

   En el Perú, la revolución americana, no produjo un conflicto entre la nobleza terrateniente y la burguesía comerciante, sino su colaboración. La República no pudo aplicar su ideario liberal en el ámbito de la propiedad agraria por carecer de una verdadera clase burguesa. No atacó al latifundio, pero sí a la “comunidad”. Abolió las mitas y las encomiendas, pero dejó intactos el poder y la fuerza de la propiedad feudal. 

     “La aristocracia terrateniente, si no sus privilegios de principio, conservaba sus posiciones de hecho. Seguía siendo en el Perú la clase dominante. La revolución no había realmente elevado al poder a una nueva clase. La burguesía profesional y comerciante era muy débil para gobernar. La abolición de la servidumbre no pasaba, por esto, de ser una declaración teórica. Porque la revolución no había tocado el latifundio. Y la servidumbre no es sino una de las caras de la feudalidad, pero no la feudalidad misma”. (Mariátegui, 1928, 1992: 69)

7. Política agraria de la República

     Mariátegui sostiene que el periodo provisional de caudillaje militar posterior a la revolución de la Independencia -producto de la ausencia de una clase dirigente burguesa- no pudo desarrollar una política liberal sobre la propiedad agraria.

     “El caudillo no podía sustraerse al influjo de los intereses de clase o de las fuerzas históricas en contraste. Se apoyaba en el liberalismo inconsistente y retórico del demos urbano o el conservadurismo colonialista de la clase terrateniente.” (Mariátegui, 1928, 1992: 70)

     “Un nuevo orden jurídico y económico no puede ser, en todo caso, la obra de un caudillo sino de una clase. Cuando la clase existe, el caudillo funciona como su interprete y su fiduciario. No es ya su arbitrio personal, sino un conjunto de intereses y necesidades colectivas lo que decide su política” (Mariátegui, 1928, 1992: 71)

     Ramón Castilla, pese a su actitud liberal, que se expresó en la abolición de la esclavitud y de la contribución de indígenas, evitó oponerse a los intereses de la clase conservadora. La promulgación del Código Civil, decretó la abolición legal de las comunidades indígenas, favoreció la formación de la pequeña propiedad. Pero más allá de sus intenciones la gran propiedad prevaleció.

     “No obstante el Código, la pequeña propiedad no ha prosperado en el Perú. Por el contrario, el latifundio se ha consolidado y extendido. Y la propiedad de la comunidad indígena ha sido la única que ha sufrido las consecuencias de este liberalismo deformado” (Mariátegui, 1928, 1992: 73)

8. La gran propiedad y el poder político

     El problema agrario no fue resuelto en la Independencia por: la extrema insipiencia de la burguesía urbana y la situación extrasocial de los indígenas. La burguesía extranjera mantuvo el control del comercio y las finanzas, y se convirtió en aliada de la aristocracia terrateniente, que terminó asumiendo la función de clase burguesa nacional, aunque nunca llegó a constituirse en una clase capitalista, sino en una clase de propietarios.

   “El poder de esta clase -civilistas o “neogodos”- procedía en buena cuenta de la propiedad de la tierra. En los primeros años de la Independencia, no era precisamente una clase de capitalistas sino una clase de propietarios. Su condición de clase propietaria -y no de clase ilustrada- la había consentido solidarizar sus intereses con los de los comerciantes y prestamistas extranjeros y traficar a este título con el Estado y la riqueza pública.  La propiedad de la tierra, debida al Virreinato, le había dado bajo la república la posesión del capital comercial. Los privilegios de la Colonia habían engendrado los privilegios de la República” (Mariátegui, 1928, 1992: 74)

     Mariátegui considera que la legislación republicana no atacó a la propiedad feudal pero si a las comunidades indígenas.

     Refuta la tesis de que la concentración de la propiedad agraria en la costa a la falta de agua, sostiene que los orígenes del latifundio costeño se remontan al régimen colonial. Luego constata que el fenómeno de concentración de la propiedad agraria se produce también en la sierra. Lo que prueba su carácter político-social. 

     “Los orígenes del latifundio costeño se remontan al régimen colonial. La despoblación de la costa, a consecuencia de la práctica colonial, he ahí, a la vez que una de las consecuencias, una de las razones del régimen de la gran propiedad. El problema de los brazos, el único que ha sentido el terrateniente costeño, tiene todas sus raíces en el latifundio. Los terratenientes quisieron resolverlo con el esclavo negro en los tiempos de la Colonia, con el culí chino en los de la República. Vano empeño. No se puebla ya la tierra con esclavos. Y, sobre todo, no se la fecunda” (Mariátegui, 1928, 1992: 76)

     En la costa, se desarrolló una agricultura de exportación, subordinada a la colonización económica por el capitalismo occidental. El latifundio desarrolló una técnica capitalista, pero conservó el régimen del trabajo mantiene sus prácticas feudales.  En la sierra la producción del latifundio no logra superar la producción de las comunidades indígenas. 

9. La “comunidad” bajo la república

     Mariátegui reflexiona sobre que hubiera sucedido con la “comunidad” si esta hubiese sido disuelta durante la república, quizá el indio habría pasado de un régimen mixto de comunismo y servidumbre a un régimen de salario libre y tendría mayor aptitud para organizarse como clase proletaria.

     “En tanto, la expropiación y absorción graduales de la “comunidad” por el latifundismo, de un lado lo hundía más en la servidumbre y de otro destruía la institución económica y jurídica que salvaguardaba en parte el espíritu y la materia de su antigua civilización” (Mariátegui, 1928, 1992: 77-78)

     Mariátegui critica una tendencia de los intelectuales y legisladores del periodo republicano a percibir la “comunidad” como un rezago de una sociedad primitiva o como la supervivencia de una organización colonial propia de  los intereses del  gamonalismo terrateniente y del pensamiento individualista liberal. Por ejemplo, M.V. Villarán desde una postura liberal,  propone la individualización de la propiedad pero protegiendo la comunidad del latifundismo.

     Mariátegui sostiene que la primera defensa orgánica y documentada de la comunidad indígena inspirada en el pensamiento socialista, corresponde a Hildebrando Castro Pozo quien en su libro sobre “Nuestra comunidad indígena”, afirma que la “comunidad” o “ayllu” constituye la base social y económica que ha subsistido a la Colonia y a la República. Y pese a la adversidad presenta todavía posibilidades de evolución y desarrollo. Castro Pozo distingue entre cuatro tipo de comunidades (1) Comunidades agrícolas, (2) Comunidades agrícolas-ganaderas (3) Comunidades de pastos y aguas, (4) Comunidades de usufructuación. Pese a la expropiación de las tierras comunales en favor del latifundismo y cien años de leyes republicanas el indio no ha desarrollado un espíritu individualista, debido a que el individualismo no puede prosperar en un régimen feudal. Mariátegui sostiene que  los hábitos de cooperación y solidaridad que son la expresión empírica de un espíritu comunista subsisten en algunas aldeas indígenas donde se han extinguido los vínculos patrimoniales y de trabajo comunitario. 



El comunismo inkaico
[Nota a pie de página]
     Según Mariátegui la evidencia histórica del comunismo inkaico, o la comunidad como órgano específico de comunismo son dos hechos fundamentales para comprender el problema de la tierra.
     Mariátegui sostiene que se propone refutar la tesis de Augusto Aguirre Morales con respecto a la inexistencia del comunismo inkaico. El comunismo moderno y el comunismo inkaico son diferentes, pues son producto de diferentes experiencias humanas y pertenecen a distintas épocas. El comunismo inkaico perteneció a una civilización agraria, mientras que el comunismo de Marx y Sorel pertenece a la civilización industrial. Mariategio nos dice que para comprender su “incorpórea semejanza esencial, dentro de la diferencia esencial y material de tiempo y espacio”; es necesario un poco de relativismo histórico.
     Aguirre Morales  piensa que el pueblo inkaico fue infeliz porque careció de libertad. Mariátegui sostiene que esta crítica es anacrónica porque la libertad individual es un descubrimiento del fenómeno liberal y de la civilización capitalista, por la cual el hombre del Tawantinsuyo no sintió  ninguna necesidad de libertad. La autocracia y el comunismo son incompatibles en nuestra época, pero no lo fueron en sociedades primitivas. Teocrático y despótico fue el régimen inkaico, pero este es un rasgo que comparten todos los regímenes de la antigüedad. El divorcio entre el poder temporal y el poder espiritual es una perspectiva moderna. El ayllu –la comunidad- fue la célula del Imperio. Los Inkas crearon un gran imperio sobre la base de la comunidad, pero no crearon el ayllu.  
     Aguirre sostiene que la sociedad inkaica desconocía el robo por falta de imaginación para el mal, pero Mariátegui refuta diciendo que en la sociedad inkaica no existía el robo porque no existía la propiedad o porque existía una organización socialista de la propiedad.

10. La “comunidad” y el latifundio

     Según Mariátegui, la defensa de la comunidad indígena reposa en razones de orden económico social. Las “comunidades” han sido despojadas de sus tierras en provecho del latifundio feudal o semifeudal, constitucionalmente incapaz de progreso técnico.

   En la costa, el latifundio ha adoptado la técnica capitalista, y la comunidad ha desaparecido como explotación comunista de la tierra. La industrialización de la agricultura trae consigo: (1) intensificación de la producción, (2) técnicas avanzadas de cultivo y (3) concentración de la propiedad agraria.

     En la sierra, el latifundio ha conservado su carácter feudal, oponiendo mayor resistencia al desenvolvimiento de la economía capitalista. La comunidad ha subsistido pese a los constantes ataques del latifundismo.

    Mientras que en la costa el latifundio capitalista se justifica por su mayor productividad, no podemos decir los mismo del latifundio feudal, cuya producción está por debajo de la productividad de la comunidad.

     Mariátegui comenta en una nota de pie de página que en el libro de Haya de la Torre Por la emancipación de la América Latina hay conceptos que coinciden absolutamente con los míos sobre la cuestión agraria.  

    Mariátegui considera la “comunidad” posee una capacidad de desarrollo y transformación y es un sistema de producción que mantiene vivos en el indio los estímulos morales necesarios para su máximo rendimiento. Según Castro Pozo: el trabajo en “comunidad” resuelve el contrato múltiple del trabajo y la realización con menor desgaste fisiológico y en un ambiente de agradabilidad, emulación y compañerismo.

     Disolviendo o relajando la “comunidad”, el régimen del latifundio feudal no sólo ha atacado una institución económica sino también, y sobre todo, una institución social que defiende la tradición indígena, que conserva la función de la familia campesina y que traduce ese sentimiento jurídico popular al que tanto valor asignan Proudhon y Sorel.  (Mariátegui, 1928, 1992: 87-88)

11. El régimen de trabajo. Servidumbre y salariado

     Según Mariátegui el régimen de trabajo está determinado principalmente, en agricultura, por el régimen de propiedad. La subsistencia del latifundio feudal ha traído consigo la subsistencia bajo diversas formas de servidumbre. 

     La diferencia entre la sierra y la costa en relación al trabajo es mínima, pero en relación a la técnica es mayor. La agricultura de la costa ha logrado, el cultivo, la transformación y el comercio de sus productos.  

     Mariátegui distingue el señor feudal europeo del señor feudal americano. Sostiene que el europeo se sentía superior a su siervo, pero “no étnica ni nacionalmente diverso”. Mientras que el terrateniente americano arrastra “la convicción del blanco de la inferioridad de los hombres.

      En la costa existen regímenes de trabajo que varían desde las formas de servidumbre tales como el yanaconazgo y el enganche y el régimen asalariado.

     “En la costa peruana el trabajador de la tierra, cuando no ha sido el indio, ha sido el negro esclavo, el culi chino, mirados, si cabe, con mayor desprecio. En el latifundista costeño han actuado a la vez los sentimientos del aristócrata medioeval y del colonizador blanco, saturados de prejuicios de raza” (Mariátegui, 1928, 1992: 89)

       El yanaconazgo y el “enganche” son la expresión de la subsistencia de métodos feudales en la agricultura de la costa. El enganche priva al trabajador de su libertad, hasta que nos satisfaga las obligaciones contraídas. El yanaconazgo es identificado con el sistema ruso polovnischestvo, dentro del cual los frutos de las tierras se dividían entre propietario y campesino. “Además los terratenientes costeños, se ven obligados a admitir, aunque sea restringido y atenuado, el régimen del salario y trabajo libres (Mariátegui, 1928, 1992: 91)

     “Pero en su misma variedad se identifican con los métodos precapitalistas de explotación de la tierra observados  en otros países de agricultura semi-feudal. Verbigracia, en la Rusia zarista. El sistema de otrabotki ruso presentaba todas las variedades del arrendamiento por trabajo, dinero o frutos existentes. (Mariátegui, 1928, 1992: 93)

     En la agricultura de la sierra aparecen diversos métodos precapitalistas de explotación de la tierra variantes del yanaconazgo, sin embargo el régimen del salario libre no existe. Los factores de la producción son la tierra y el indio. La propiedad de la tierra le permite explotar ilimitadamente la fuerza de trabajo del indio, el arrendamiento de la tierra es pagado por el indio en trabajo o frutos.

12. “Colonialismo” de nuestra agricultura costeña

     Mariátegui sostiene que el grado de desarrollo alcanzado en la producción peruana de azúcar y algodón se debe principalmente al interés del capital británico y norteamericano. El crédito agrícola no impulsa otros cultivos. Aunque existen  algunos fundos dedicados a la producción de frutos alimenticios, destinados al mercado interno. Mariátegui sostiene que en la elección de los cultivos debería priorizarse las necesidades de nuestra economía nacional, sin embargo, se priorizan las necesidades del mercado internacional. Nuestro país no produce lo que nuestra población necesita para  su subsistencia, como por ejemplo, seguimos importando trigo, para la elaboración de nuestro pan.  

    ¿Por qué no hemos resuelto dicho problema? Mariátegui sostiene que no es por falta de una política de subsistencias o porque los suelos sean adecuados para dichos cultivos, sino que la principal causa, por la cual no hemos resuelto dicho problema, es porque la economía del Perú es una economía colonial. Su movimiento y su desarrollo está subordinado a los intereses y necesidades de los intereses capitalistas extranjeros. Para los que nuestro país solo es un depósito de materias primas. Mariátegui resalta el carácter variable del mercado internacional capitalista y sus consecuencias negativas para el Perú. Mariátegui concluye: “Nuestros latifundistas, nuestros terratenientes, cualesquiera que sean las ilusiones que se hagan de su independencia, no actúan en realidad como intermediarios o agentes del capitalismo extranjero” (Mariátegui, 1928, 1992: 99)



13. Proposiciones finales

Primera: El carácter de la propiedad agraria en el Perú es la principal traba para el desarrollo del capitalismo nacional.

     “Estos terratenientes, por completo extraños y ausentes de la agricultura y de sus problemas, viven de su renta territorial sin dar ningún aporte de trabajo ni de inteligencia a la actividad económica del país. Corresponden a la categoría del aristócrata, o del rentista, consumidor improductivo.” (Mariátegui, 1928, 1992: 100)

Segunda: El latifundismo subsistente en el Perú es una barrera para la inmigración europea.

Tercera: En la costa los intereses del capital extranjero impiden el surgimiento de una economía basada en las necesidades nacionales.

Cuarta: La propiedad agraria de la costa no ha podido resolver los problemas de la salubridad rural.

Quinta: En la sierra, el feudalismo agrario sobreviviente se muestra del todo inepto como creador de riqueza y de progreso.

     “En el plano económico, el señor feudal o gamonal es el primer responsable delo poco valor de sus dominios. Ya hemos visto cómo este latifundista no se preocupa de la productividad sino de la relatividad de la tierra”. (Mariátegui, 1928, 1992: 103)

Sexta: El gamonalismo y el latifundismo son un obstáculo para el propio programa vial que el Estado sigue realmente.

BIBLIOGRAFÍA
Mariátegui, José Carlos. (1928) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Amauta. Lima.